El régimen de la Bahía de La Concha siempre ha sido un enigma, siendo imprescindible y urgente aclararlo, no sólo desde el punto de vista científico, sino del eminentemente práctico, en una materia tan interesante para San Sebastián como es la de la conservación de las playas de su bahía. Desde hace 125 años, con escaso acierto, se han realizado estudios y lanzado propuestas para controlar de manera permanente la dinámica de la arena de las playas.
Una playa es una acumulación al borde del mar de materiales de un calibre que puede ir desde arenas finas hasta gruesos guijarros (las denominadas playas de piedras).
El oleaje es el factor clave en la formación de las playas, y las mareas son la fuente de acumulación de sedimentos, es decir, se limitan a redistribuir, dispersar o concentrar la arena que ha llegado hasta la orilla del mar.
Generalmente, una playa comprende una parte constante sumergida, en suave pendiente, que se denomina superficie inframareal, anteplaya o playa sumergida. Se trata de la prolongación sumergida de la playa propiamente dicha, su límite inferior. En la playa submarina es donde se desarrollan las praderas de algas, que constituyen excelentes fijaciones de los sedimentos y evitan cualquier erosión de los fondos. Son además el lugar donde se refugian numerosos animales marinos, especialmente en estado larvario y juvenil.
Después de la playa submarina aparece una zona arenosa que sólo se descubre durante la marea baja. Es la playa propiamente dicha, superficie intramareal o la playa anterior. Sus dimensiones dependen, evidentemente, de la amplitud de la marea (cuanto más baje, más margen arenoso queda al descubierto), y de la pendiente de la playa; pero sobre todo de la geología del lugar. Generalmente esta zona suele presentar una suave pendiente.
Finalmente aparece la playa alta o superficie supramareal, formada por arena seca, que se extiende al pie de las dunas litorales cuando éstas existen. Esta parte arenosa está continuamente emergida (salvo durante las grandes mareas vivas o cuando hay grandes temporales y la mar aparece muy agitada). Se caracteriza por carecer de vegetación.
Sobre la playa alta se reparten los escalones paralelos a la línea de ribera. Son el testimonio de las sucesivas ampliaciones en extensión de la playa y desaparecen progresivamente en períodos de erosión. Aparecen teóricamente recubiertos de ondulaciones más o menos simétricas, debidos, en este caso, a la acción del viento, en lugar de a la acción de las olas (como ocurre en la playa submarina), aunque en la playas frecuentadas por bañistas estas estructuras están completamente destruídas y alisadas durante el verano.
El trabajo principal de la marea es en general de acarreo y de depósito de todo lo que trae en suspensión. Las dos corrientes de la marea que penetran por las dos aberturas que bordean la isla, son las que conservando el fondo de la Bahía causan el arrastre de las arenas en la playa. Por esta razón se ve a veces una cantidad de arena recorrer la playa en uno u otro sentido, según que la corriente que penetre por uno u otro lado tenga mayor o menor intensidad.
Figura 1. Perfil de la playa de Ondarreta el 02-10-2014.
La orientación en la entrada del oleaje y de las corrientes marinas en la Bahía de La Concha determinan las zonas de erosión y deposito de la arena (Figura 1). Este es un factor muy variable, sujeto a la climatología y a la meteorología de cada estación del año. El intentar predecir el comportamiento del oleaje, las corrientes y el viento, para los próximos días, semanas, meses o años resulta muy complicado, así como calcular que otros factores sinérgicos y ambientales determinan la dinámica de la arena.
La marea y el oleaje interactúan entre ellos de una forma compleja, y principalmente su interacción se puede resumir en que el oleaje pone en suspensión el material, y las corrientes que produce cuando rompe en las cercanías de la costa son las mayores responsables del transporte de sedimentos en las playas. Las variaciones de los niveles del mar impuestas por la marea modifican la propagación del oleaje y, por lo tanto, en cada momento cambia la magnitud y la dirección del transporte debido al oleaje. Los perfiles de playas con marea significativas son muy distintos de los perfiles de playas sin marea. Las corrientes de marea interactúan con la propagación del oleaje representando una fricción añadida para el oleaje durante la fase de vaciante.
El aporte de materiales es un resultado de las derivas que se deben al carácter oblicuo de las olas con respecto a la costa en su conjunto. A ello deben añadirse las derivas resultantes de una difracción y las que crean corrientes de marea no reversibles o estrictamente opuestas.
Las condiciones del depósito se hallan muy influenciadas por la topografía inmergida próxima a las costas, es decir, por la presencia de obstáculos como los bajíos (bancos o masas de arena o roca conformados por depósitos) o escollos (rocas poco visibles en la superficie del agua). Entonces intervienen, para frenar la capacidad de transporte y forzar el depósito, los fenómenos de refracción, de difracción o de reflexión de los oleajes.
Ante los entrantes, la refracción origina la divergencia de las ondas y su debilitamiento. El chapoteo debido a la reflexión produce el mismo efecto, del mismo modo que la amortiguación de las olas que rodean la punta de un cabo, de una isla o de una escollera. El levantamiento del fondo, en cualquier caso, al disminuir la velocidad de propagación de las olas, contribuye a la formación de depósitos que pueden verse también favorecidos por los campos de algas. También juega un papel importante, la saturación de la corriente de transporte. Así, en las calas y ensenadas se construyen, por abajo, en zonas no previamente descubiertas, superficies de acumulación. Posteriormente las olas rompientes y el viento colaboran a la construcción de la parte superior de la playa.
Las corrientes y el oleaje, que determinan la erosión y la sedimentación de la arena en la bahía de La Concha, están sujetas a los caprichos de la meteorología y a la conjunción de múltiples factores. Las direcciones de procedencias del oleaje pueden ser cíclicas o ser un proceso estocástico y las dominancias pueden variar, lo que define las zonas de erosión o sedimentación de la arena en la bahía, aunque las más frecuentes están comprendidas entre las direcciones W y NW.
El flujo de los sedimentos a lo largo de la costa debe responder a las corrientes y oleajes dominantes en la cornisa cantábrica, que en general responde a dos patrones o modelos distintos:
En primer lugar en los meses invernales, frente a la cornisa cantábrica discurre una corriente W a E que se toma S a N al llegar a la costa francesa. Esta corriente homogénea alcanza su máxima intensidad en noviembre y febrero (en función de los vientos dominantes) con velocidades de un nudo (para distancias superiores a los 100 km.)
El segundo modelo de circulación se produce desde mediados de julio hasta finales de octubre con corrientes de tipo oscilatorio, siempre paralelas a la costa y con un desplazamiento hacia el W en julio y agosto como consecuencia de los vientos dominantes.
En todo caso el cómputo global de corrientes nos da una dominancia de la dirección en las corrientes W-E.
Por otro lado, los vientos dominantes se producen en la dirección que "bloquea" el Levante propuesto.
El viento de componente norte es el más frecuente. Es posible que abajo en la ciudad y debido a la orientación de la bahía el viento NW, 17,6% de frecuencia en Igeldo, iguale o supere al N. El viento NW es bastante superior en fuerza al N, 20,4 km/h de velocidad media frente a 11,4 km/h. La alta proporción de vientos flojos de componente norte es debida a la brisa diurna que adopta esa dirección. Se observa que de la noche al día el W rola al NW aumentando también la frecuencia de éste. La dirección NE, la de más baja frecuencia nocturna, 2,8% , aumenta también por la brisa a un respetable 7,8% de frecuencia diurna. La brisa diurna es manifiesta también en la disminución de las situaciones de calmas: 10,9% a las 01 GMT y tan sólo 3,3% a las 13 GMT. Esta diferencia muestra por otra parte que la llamada brisa de tierra o brisa nocturna es mucho menos manifiesta. La brisa diurna tiene pues una importancia considerable, su componente principal es norte y su velocidad preponderante de fuerza 2.
Aunque el viento N sea globalmente más frecuente que el S, éste es más veloz. 22,1 km/h frente a 11,4 km/h. El viento S es muy fuerte, superior a 50 km/h, alcanza una frecuencia del 2,0% frente al 0,8% del viento NW y el 0.3% del viento N. Además, de noche, el viento más frecuente es el S, 22,1 % de frecuencia.
Los vientos menos frecuentes son los de dirección E, tan sólo 4,4% de noche y 2,0% de día, y su velocidad media es también la menor, 7,2 km/h.
En la época invernal se observa que el oleaje más frecuente se encuentra comprendido entre 1,5 y 2 metros de altura de ola, con período próximo a los 14 segundos. En primavera y otoño, el oleaje más frecuente es de 1,5 metros de altura y 12 segundos de período. Mientras que, en verano, la altura y periodo del oleaje más probable se reduce a 1 metro y 10 segundos, respectivamente (www.puertos.es).
En la playa de Ondarreta la distribución de altura de ola varía mucho con la marea, así en marea baja la altura disminuye paulatinamente hacia el Oeste hasta ser prácticamente nula en la zona del “Muro del Tenis”, mientras que en marea alta las alturas de ola son similares en ambos extremos con alturas inferiores en la zona central.
La influencia del oleaje en la configuración de las playas es evidente. Cuando se producen tempestades o soplan vientos fuertes del mar (Figura 2), -generalmente durante el invierno-, las aguas marinas más agitadas son capaces de desplegar mayor energía y pueden poner en movimiento una parte de los materiales de una playa, originando su "adelgazamiento". Su perfil desciende a veces hasta arrancar el sustrato, que en unas zonas puede ser rocoso y en otras fangoso. Por el contrario, un período de tiempo tranquilo y de viento de la tierra, permite un "engrosamiento" y la elevación del perfil de conjunto.
Por este motivo la mayoría de las playas del País Vasco, durante el invierno sufren una considerable pérdida de arena, que es recuperada al llegar la primavera. La misma mar que se la lleva, la devuelve posteriormente restableciendo en nivel de arena en pocos meses.
Pero los oleajes intervienen de forma más importante y con mayor frecuencia para justificar la orientación de las playas. Es muy importante observar que las playas tienden a orientarse perpendicularmente al oleaje dominante. Es posible, en cualquier caso, observar que esta formulación es ligeramente ambigua. En efecto, no siempre es fácil definir y "orientar" el oleaje dominante en función de las discordancias entre efectos de los oleajes lejanos y circulación atmosférica local, y los fenómenos de refracción, etc.
Figura 2. Ondarreta durante el temporal de febrero de 2014 (02-02-2014).
Cuando el oleaje alcanza la costa forma distintos tipos de olas que dependen de la pendiente de la ola y de las condiciones de inclinación del fondo cerca de la playa. Si la inclinación es relativamente suave, de menos de tres grados, la ola romperá y formará una rompiente en derrame, es decir, una ola muy pendiente que empieza a romper en la cresta y sigue rompiendo mientras se dirige a la playa. Este tipo de rompientes son las más comunes y además, proporcionan buenas olas para hacer surf.
Figura 3. Rompiente en derrame en la playa de La Concha (27-05-2015).
Vídeo 1. Rompiente en derrame en la playa de La Concha (27-05-2015).
Otra manera que tienen las olas de romper en la playa es la denominada "rompiente sumergida". Se produce cuando la inclinación del suelo de la playa oscila entre 3 y 11 grados y la cresta de la ola se riza formando un tubo de agua. Al romper ésta, este tubo se precipita hacia el fondo por debajo de ella removiendo los sedimentos. Estas olas son las más peligrosas y las que causan más daños porque su energía se concentra donde rompe.
La playa de La Concha tiene unas orillas tendidas en verano, con una inclinación relativamente suave, de menos de tres grados, por lo que se formará la denominada "rompiente en derrame". Desde donde revienta la ola hasta el punto máximo que alcanza en la playa (donde muere finalmente la ola) se produce una franja que supera los 40 m de anchura (Figura 3 y Vídeo 1). En inviernos suaves esta rompiente se mantendrá en el sector oriental de la playa, mientras que en el sector occidental el oleaje invernal impacta contra el muro de contención de la ladera bajo Miraconcha (entre La Perla y Loretopea), lo que provoca turbulencias que levantan la arena y corrientes reflejantes que arrastran la arena hacia el interior de la Bahía, produciéndose de este modo una erosión invernal del tramo occidental de la playa (Figuras 4 y 5). En inviernos con oleajes energéticos, este proceso erosivo alcanza también de manera similar el sector oriental (zona de voladizos) erosionando la playa en su conjunto, originando su adelgazamiento y restando playa seca en pleamares.
Figura 4. En febrero de 2014 la cota de arena de la playa de La Concha descendió unos 3 m (16-02-2015).
Figura 5. Quedaron al descubierto los cimientos del muro de costa del sector occidental (16-02-2015).
Por el contrario, la playa de Ondarreta tiene unas orillas con talud pronunciado en verano, con una inclinación del suelo que oscila entre 3 y 11 grados, por lo que se formará la denominada "rompiente sumergida". Desde donde revienta la ola hasta el punto máximo que alcanza en la playa (donde muere finalmente la ola) se produce una franja que apenas supera los 12-15 m de anchura (Figura 6 y Vídeo 2). La cresta de la ola se riza formando un tubo de agua. Al romper ésta, este tubo se precipita hacia el fondo por debajo de ella removiendo los sedimentos. Este proceso se acentúa en pleamar, con olas inferiores a 1 m de altura, tanto con mareas vivas como poco activas. Las marejadas estivales acercan de nuevo la arena desde el interior de la Bahía hasta la orilla de Ondarreta, engrosando significativamente su perfil. En invierno, el oleaje es capaz de desplegar mayor energía y puede poner en movimiento los materiales de la zona alta de la playa que son arrastrados hacia la orilla, originando el adelgazamiento de la zona alta, lo que genera un talud más tendido y una inclinación del suelo inferior del conjunto de la playa.
Figura 6. Rompiente sumergida en la playa de Ondarreta (27-05-2015).
Vídeo 2. Rompiente sumergida en la playa de Ondarreta (27-05-2015).
De este modo, en invierno el perfil de playa de Ondarreta tiende a ser suave y de carácter disipativo, mientras que en verano la pendiente tiende a aumentar confiriendo a la playa un carácter reflejante.
Asimismo, desde hace décadas los pescadores y mariscadores del barrio del Antiguo conocen que la fase lunar tiene gran importancia en la dinámica de la arena (Goenaga, com. pers.). En verano, con mareas vivas y marejada la arena se desplaza del centro de la Bahía hacia la orilla de Ondarreta (tapando los cascotes), mientras que con mareas muertas y marejada la orilla de Ondarreta se erosiona (aflorando los cascotes), y la arena se desplaza hacia el interior de la Bahía y hacia el extremo occidental de La Concha. La explicación es sencilla, con mareas vivas y marejada en verano, en marea alta la fuerza del mar tiene la suficiente energía como para alcanzar la zona alta de la playa más cercana a la orilla (la franja de arena seca entre la primera línea de parasoles y la arena húmeda), disipando su energía de impacto y arrastrando en la bajada de la ola la arena, del borde de la zona alta hacia la orilla. Con la entrada de la ola también se arrastra arena desde el centro de la Bahía hacia la orilla. Por el contrario, con mareas muertas y marejada en verano, en marea alta la fuerza del mar rebota con toda su energía en la ladera o talud pronunciado (carácter reflejante), formando la denominada "rompiente sumergida" y erosionando la orilla. Por eso que se produce en verano ese talud pronunciado en el límite superior de las mareas en Ondarreta. Este es un proceso de dinámica natural de la arena, que también afecta al extremo más occidental de la zona de la orilla de la rasa mareal o flysch de Ondarreta, tapando o destapando con arena parte de la zona de rocas cercana al muro del Tenis.
Los estudios enfocados a analizar exclusivamente la topografía y la batimetría, así como el movimiento o distribución de la arena con medidas de los niveles, parten con un planteamiento inicial incorrecto y con conclusiones preconcebidas, limitándose a una investigación teórica sin posibles aplicaciones prácticas, donde la supuesta falta de arena dejaría al descubierto un lecho de piedras considerado natural, “la base de gravas de la playa”, para lo que se proponen medidas provisionales como realizar aportes de arena para cubrir de manera temporal las piedras.
La presencia de un manto protector de arena disipa la energía de los temporales del Cantábrico. La retirada de arena de la zona alta de la playa de Ondarreta para tapar las piedras de la orilla, rebajando la barrera de protección actual, podría comprometer la estabilidad del paseo de los jardines (cota +5 m), diseñado a cota de 7 m inferior al paseo de La Concha (cota +12 m), y afectar a las instalaciones fijas como paseo, cabinas, escaleras y rampas de acceso (Figura 7).
Para poder interpretar la dinámica natural de la masa de arena en la bahía de La Concha se tendría que realizar un seguimiento a largo plazo, mejor que durante unos pocos años o incluso meses, y no realizar modificaciones antrópicas constantes del medio que falsean los resultados, con aportes o movimientos arbitrarios de arena, que además alteran de manera artificial el equilibrio dinámico natural de la playa. Pero incluso realizando un monitoreo correcto, se considera que las conclusiones reflejarían que la arena va y viene de manera impredecible, y cambia brutalmente la fisionomía de la playa, con ciclos indeterminados, al ritmo de las olas y los temporales.
El intentar vaticinar de que manera se van a comportar el oleaje y las corrientes marinas desde primavera hasta finales de verano resulta precipitado, y como en predicciones de años anteriores (2012-2015) condenado al fracaso (Figura 7), en todo caso habría que consultar a "las témporas", porque más importante que las marejadas que se hayan producido o no durante el invierno es conocer el estado de la mar para los meses estivales, lo que provocará que afloren más o menos escombros.
Figura 7. Perfil anormal de la playa de Ondarreta posterior a los traslados de arena de mayo de 2014 (14-07-14).
Eso es un efecto inevitable, por mucho que se viertan capas de arena en la orilla, antes o después, y generalmente en pocos días o semanas, la acción del mar retira esa capa de arena sobrante de la orilla y la playa adquiere el perfil que de manera natural le corresponde.
Pero el problema no es la distribución de la arena, el problema son los escombros que antes o después siempre afloran, al ser elementos extraños que ocupan un lugar que no les corresponde en este enclave. En definitiva, la playa tiene un exceso de acumulación de escombros que por medios naturales es incapaz de asimilar.
En las medidas que recomienda la Sociedad de Ciencias Aranzadi, se parte de la premisa de que los escombros son residuos pétreos (cascotes) que hay que retirar para recuperar el equilibrio y la dinámica natural de la playa, sin alterar artificialmente el equilibrio natural de la playa como hasta ahora (2012-2015), realizando movimientos de arena anuales, para tapar los residuos y retrasar su afloramiento en superficie.
En definitiva, Aranzadi propone una medida eficaz y definitiva para solucionar el problema de las piedras molestas, ante la alternativa anual y transitoria que repetidamente ha demostrado ser ineficaz.
Propuesta de Actuación de Aranzadi (2013-2015):
La Propuesta de Actuación, respetuosa con el medio ambiente y ajustada a los recursos económicos actuales, propone la retirada paulatina y repetida en el tiempo, mecánica o manual, de todas las piedras molestas que afloren integrada en el propio servicio de mantenimiento de la playa, a diario tanto en invierno como en verano, cuando el nivel de la marea lo permita.
En el mercado existe maquinaria agrícola, las despedregadoras, aperos acoplables a los tractores del servicio de limpieza de playas que podrían facilitar dicha labor superficial de cribado. La tarea habría que prolongarla de manera intensiva durante un período inicial de 3-5 años, para asegurar la retirada de la mayor parte de los escombros que afloran.
Una vez realizada esta limpia se debería reperfilar la playa por empuje de la arena mediante máquinas topadoras (bulldozers), asemejando un perfil natural suave y de carácter disipativo, con suave pendiente continua desde la cota +4 m cercana al paseo (cota +5 m) hasta el límite inferior de la orilla con marea equinoccial de 0.00 m. Se pretende que la la playa anterior u orilla con influencia intermareal de Ondarreta tenga una inclinación relativamente más suave, una pendiente de menos de tres grados, para que la ola cuando rompa forme una "rompiente en derrame", para que la rompiente de la ola, desde donde revienta la ola hasta el punto máximo que alcanza en la playa (donde muere finalmente la ola), tenga una franja con una anchura mayor que disipe la energía y en verano erosione menos la orilla de Ondarreta, con un efecto similar al tipo de rompiente que se produce en la playa de La Concha.
Con esta acción de remover horizontes profundos es probable que aparecieran nuevas piedras (cascotes), que permanecen sepultadas en la zona alta de la playa bajo la capa superior de la arena (residuos del antiguo campo de maniobras), y que por supuesto también convendría retirar. Tras eliminar las piedras que afloren en la playa, habría que permitir que la dinámica natural de la playa siguiera su curso. El objetivo principal de la restauración sería restablecer los procesos y funciones ecológicas de la playa de Ondarreta, de tal manera que permitan el mantenimiento de un ecosistema autosuficiente integrado en el territorio.
BIBLIOGRAFIA:
CEDEX. 2012. Seguimiento de las playas de La Concha y de Ondarreta (San Sebastián) octubre 2010-2011. Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas. Informe Técnico para el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Secretaría de Estado de Medio Ambiente. Dirección General de Sostenibilidad de la Costa y del Mar. Madrid, 2012.
IBAÑEZ, M. 1985. Oceanografía del Golfo de Vizcaya (en especial referida a la Costa Vasca). Eusko Ikaskuntza. Cuadernos de Sección. Historia-Geografía,. Nº 5; pp. 177-222.
IZAGUIRRE, R. 1933. Apuntes de historia donostiarra. Estudios acerca de la bahía de San Sebastián (Transformaciones, reformas y proyectos). Publicaciones de la Sociedad Oceanográfica de Guipúzcoa. Editorial Vasconia. Pasajes de San Pedro.
PEREZ, F. P. 2004. Playas del País Vasco. ADEVE (Cristina Ruiz Urionabarrenetxea). Editor Petronor, 293 pp.
URIARTE, A. (1983): “Frecuencias del viento en Igueldo (San Sebastián) según su dirección y fuerza”, Lurralde, 6, pp. 81- 92.
URIARTE, A.; GALPARSORO, I.; GONZÁLEZ, M.; GYSSELS, P.; LIRIA, P.; CASTRO, R. & SANTIAGO, Z. 2004. Estudio de la evolución a corto, medio y largo plazo de la playa de Ondarreta (Donostia-San Sebastián) y diseño óptimo de conservación. Fundación Azti para Ayuntamiento de Donostia-San Sebastián. Pasaia, 2004.